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El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a más de 7 millones de personas en el mundo. Nuestro terapeuta ocupacional, David Romano, resuelve nuestras dudas sobre el Parkinson y nos cuenta los beneficios de la Terapia Ocupacional en estos casos.
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¿Qué es el Parkinson?
El Parkinson es una enfermedad del sistema nervioso central. Es de carácter neurodegenerativo y crónico y con sintomatología progresiva. La evolución de la misma puede ser ralentizada mediante diversos tratamientos y con la implicación activa de la persona. Además del tratamiento farmacológico, el paciente se puede beneficiar del no farmacológico, el cual contempla terapia ocupacional, logopedia, fisioterapia… Con estas aportaciones, se contribuye a mantener la calidad de vida de la persona afectada el mayor tiempo posible.
En España afecta a entre 70.000 y 85.000 personas, constatándose una relación directa con la edad (el riesgo de sufrirla se incrementa con los años), estando la edad media de aparición entre los 50 y los 60 años. No obstante lo anterior, también afecta a personas jóvenes, pues se estima que un 10 % del total de los pacientes comienza a mostrar clínica antes de los 40 años. En cuanto al sexo, no hay diferencia prácticamente en la incidencia entre hombres y mujeres.
¿Cómo ayuda la Terapia Ocupacional a las personas con Parkinson?
La Terapia Ocupacional va a ayudar a la persona con Parkinson a mantener su autonomía durante el mayor tiempo posible. Esto se va a realizar a través de la reeducación funcional de aquellas tareas cotidianas en las que la persona empiece a perder independencia. Algunos ejemplos son:
Los temblores son una consecuencia muy común del Parkinson.
- Si el paciente presenta bradicinesia o enlentecimiento de los movimientos, el terapeuta ocupacional tratará de aumentar la fluidez y coordinación de los mismos adiestrando el conocido como factor temporal del movimiento. Las actividades facilitadoras relacionadas irán orientadas a mejorar el ritmo, pudiéndose utilizar la reproducción acústica – acústica o la reproducción acústico – gráfica.
- Si la persona presenta dificultad al vestirse por si misma, se iniciará tratamiento de la apraxia del vestido, poniendo especial énfasis en la segmentación motriz y en la automatización de la secuencia de gestos propios de la actividad de vestirse.
- Si consideramos la sintomatología de la rigidez, se posibilitará el distribuir de manera más natural ese tono muscular anormal, aplicando técnicas neuromotrices. Una vez algo más normalizado el tono muscular, el manejo de la postura del paciente nos permitirá practicar con él otras tareas de la vida diaria cuya autonomía también se vea comprometida por la rigidez, como el uso del inodoro, la deambulación, etc.
Todos podemos aprender a cocinar algo mediante el “ensayo – error”, pero no es el mismo proceso que el desarrollado cuando alguien nos enseña cómo se elabora un plato. Posiblemente, podrían ser procesos similares en “eficacia final” pero muy distintos en cuanto a su “eficiencia”. La persona con Parkinson que es acompañada en su reeducación o reaprendizaje por el terapeuta ocupacional que le muestra el “cómo”, seguro que alcanzará sus logros en plazos más inmediatos que el que no lo hace. Cuanto más tiempo una persona sea válida por sí misma, mayores serán sus percepciones de bienestar y calidad de vida.
¿Qué recomendarías a una persona que empieza a experimentar las dificultades propias del Parkinson?
Que simplifique sus tareas, que acostumbre a disponer de manera próxima los útiles que emplee habitualmente. También estaría bien que cambie su Smartphone táctil por un móvil de teclado (cuanto más grande, mejor) y que elimine posibles barreras de su domicilio (alfombras, cables u objetos por el suelo…).
Además, puede ayudar cambiar colchones blandos por otros de superficie más dura, que se siente en sillas rígidas y con respaldo… Y sobre todo, que contacte con su terapeuta ocupacional más cercano para que este pueda evaluar su situación e iniciar cuanto antes su propio plan de activación.
