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Javier Hernández es periodista y deportista.
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Escribe rápido con los pies pero piensa aún más rápido con la cabeza. Vive con el corazón.
Javier Hernández: un periodista diferente.
Para los que no le conocen, Javier es periodista y también deportista. Pero no un deportista común. Javier no tiene brazos. Sin embargo, ese dato no le ha impedido obtener la medalla en cincuenta metros espalda en los Juegos Paralímpicos de Londres. Ni sacarse el titulo de entrenador de Primera División de Fútbol. Tampoco conseguir el carnet de conducir. Todo esto lo ha conseguido con fuerza de voluntad y constancia.
¿Qué es la constancia para ti Javier?
La constancia es convivencia con la derrota, acostumbrarse a no ganar. Para mí es difícil ganar. Socialmente no soy un ganador. Pero hay que seguir adelante.
Hay una voz interna que uno sabe que tiene que escuchar. Eso es lo importante. Es una casualidad que absorbe y alimenta. Te desgasta, te cansa, te deja satisfecho y feliz. La vida, para mí, debe ser una sucesión de experiencias, intentos y de pruebas.
¿El cansancio descansa?
En mi caso, ocurre algo que no sé si es saludable y que tendría que revisar: me encuentro mejor conmigo mismo cuando estoy cansado.
Al llegar a las olimpiadas de Londres, una lesión te hizo tener que estar en una silla de ruedas. ¿Qué sentiste?
Fue un momento muy duro. Una silla de ruedas manual, para mí es como una jaula de cristal. Siempre he luchado por ser autónomo, capaz de todo. Esa silla era lo contrario pero era necesario cuidarse para poder competir.
Cuando has tenido un problema físico, ¿Cuáles han sido tus motivos para volver?
Una aspiración íntima a estar mejor de lo que estás. Sucede algo curioso: se tiene más miedo a lesionarse que a la lesión en sí.
Una vez que te lesionas, sales rápido. Ir a mejor es gasolina para tu ánimo. Los equipos que ganan se cierran atrás. Tienen algo que perder y el miedo a perder algo es una barrera muy grande.
¿Qué tienen los grandes para ser grandes?
Son gente que no se rinde, personas que entienden que la mayor de las victorias es igual a la mayor de las derrotas. Exigentes consigo mismos. Se exigen más que los demás y más que a los demás. Quizá, con ideas como estas, se podrían solucionar varios problemas de la sociedad actual.
En tu libro «De los pies a la cabeza» magnificas el Deporte. ¿Por qué?
El deporte es el centro de gravedad de mi vida. Mi socialización fue mucho más fácil gracias a practicarlo. Te enseña qué es el deseo y qué es la aspiración y también, te educa en la derrota. Sabes que se puede ganar, pero también se puede perder. Siempre es una moneda con dos caras.
Como periodista y conversador utilizas con soltura la metáfora. ¿Qué es la metáfora para ti?
Para mí es tratar de poner el foco en lo esencial de un modo exagerado para llegar a una idea más clara. Es un poliedro que enseña la esencia de lo que quieres decir de un modo no muy enrevesado. Me sirve para hacer el lenguaje lo más accesible posible.